-Libertad liberada-
Terrible suerte la del hombre que ha perdido la libertad,
porque ni siquiera es dueño de sus propias pesadillas.
Sus manos se hicieron invisibles,
Sus gemidos se perdieron en voces de otros,
Sus suspiros se alejaron con su espíritu.
Terrible suerte la del hombre que ha perdido su libertad,
porque ni siquiera puede atravesar caminos.
Sus pies se alejaron, dejando pasos sin huellas,
dejando tristezas sin llantos,
y alegría sin gestos.
“..Terrible suerte, su libertad se ha liberado de el…”
Terrible suerte la del hombre que ha perdido la libertad,
porque ni siquiera es dueño de sus propias pesadillas.
Sus manos se hicieron invisibles,
Sus gemidos se perdieron en voces de otros,
Sus suspiros se alejaron con su espíritu.
Terrible suerte la del hombre que ha perdido su libertad,
porque ni siquiera puede atravesar caminos.
Sus pies se alejaron, dejando pasos sin huellas,
dejando tristezas sin llantos,
y alegría sin gestos.
“..Terrible suerte, su libertad se ha liberado de el…”
(por Ceci Castillo)
ENCIERRO INÚTIL
Al cometer un delito se debe pagar con una estadía entre rejas que puede ser durante un largo tiempo o apenas unos meses, lo cual tiene como objetivo castigar a aquel que no supo hacer un adecuado uso de su libertad (tener en cuenta que la libertad de uno termina cuando comienza la del otro) y también la finalidad sería la de corregir para que cuando, el ya no más delincuente, pueda insertarse nuevamente en la sociedad y no vuelva a cometer delitos… Pero no es así en la Argentina: gran parte de los “presos” salen y entran una vez tras otra de la cárcel.
El sistema penal de la Argentina no está preparado para la cantidad y calidad de delincuentes que actúan en el país: los presos viven amontonados, en malas condiciones higiénicas y aislados de la enseñanza y educación (aunque hay cárceles en las cuales se estimula para la reinserción laboral y educativa, pero no son la mayoría). “El sistema penal cumple tres roles: disuade de delitos, limita y rehabilita. Nuestro sistema hace agua en todos los aspectos”, asegura el especialista holandés en derecho penal L. Hulsman.
Esperar que el sistema carcelario sea correctivo es utópico ya que la corrupción y las gentilezas entre palos opuestos son la plataforma en la que se construye el país. Quizás la solución no sería seguir invirtiendo en infraestructura para el encierro de los equivocados, sino empujar a la educación y al trabajo para que esa persona no se convierta en delincuente, porque lamentablemente, en nuestro país el que delinque deja de ser persona.
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