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viernes, 12 de noviembre de 2010

Alejandro Awada

"Con Macri no tengo relación"


Este año estuvo en 'Alguien que me quiera', 'Lo que el tiempo nos dejó' y actualmente se destaca por su actuación en 'El anatomista' en el teatro Regina. Hijo de una familia con alto poder adquisitivo -propietaria de la conocida empresa textil Awada- en un mes, Alejandro Awada se convertirá oficialmente en el cuñado de Mauricio Macri. Algo de lo que prefiere no hablar mucho.

¿Cómo fue su infancia?
Aunque en lo económico estábamos muy bien, sentí mucho la falta de mis padres que trabajaban todo el día. Me crió una señora, a la que recuerdo con mucho cariño, que ocupó el lugar de mi madre. Además, iba a un colegio muy severo, enseñaban a golpes.


Vivió la adolescencia bajo la dictadura.
..
A los 15 años fui detenido por estar jugando al billar con mis amigos. En esa época no se podía estar en la calle, te hacían averiguación de antecedentes. A mí me soltaron, pero pasé la noche en un calabozo y me dio mucho miedo.

¿Su familia era peronista?
Mi papá era peronista y después se hizo menemista.

La empresa de su familia fue denunciada por producir la ropa en talleres clandestinos, ¿es cierto?
Verdaderamente yo no tengo relación con la fábrica de mi familia. Aunque, lo que tengo entendido es que la denuncia no estuvo dirigida a la fábrica sino a uno de esos talleres. Fue como algo externo, igual yo no sé mucho porque no estoy adentro.

¿Nunca ha trabajado en la empresa de su padre?
Sí, de joven. Pero luego decidí dedicarme a la actuación.

¿Qué lo convocó a la actuación?
Fue casi de casualidad. A mí me gustaba una chica, y para intentar conquistarla fuimos juntos a una clase de teatro, y así comencé a asistir clase tras clase. Lo cierto es que una imagen de ese momento quedó dentro de mí y fue la que me impulsó a ser lo que soy hoy.

¿Cómo es esa imagen?
Estaba sobre el escenario, con una luz que daba en el rostro, y mis compañeros alrededor mío prestándome atención. La mirada del otro puesta en mí me hizo sentir contenido. A partir de ahí entendí que la actuación me salvó la vida.

¿Por qué considera eso?
Porque en ese momento pude empezar a meterme dentro de mí y profundizar el conocimiento sobre mí mismo. Además, tiene que ver con haber podido descubrir que el teatro es un hecho conjunto, compartido entre los actores y el público. Es una sensación de pertenecer a una totalidad. La actuación me hizo salir adelante en uno de los momentos más difíciles de mi vida.

¿Cuál fue ese momento?
Cuando era joven estuve muy metido en el tema de las drogas y me aconsejaron internarme. Al salir parecía una hojita, por eso esperé un año para retomar mi trabajo en condiciones óptimas. Hoy eso, por suerte, ya es pasado.

Si tuviera que elegir un solo medio para trabajar ¿cuál sería?
No podría. Encuentro en los tres algo que me llena. Aunque es cierto que algo raro me pasa cada vez que voy al teatro: llego cansado y salgo renovado y feliz.

En noviembre su hermana Juliana se casa con Mauricio Macri, ¿Cuál es su relación con el Jefe de gobierno porteño?
No tengo relación y al casamiento no voy a poder ir.

¿Qué opina de la gestión de gobierno de su cuñado?
No opino. No estoy en contra de nadie, sólo estoy a favor de lo que deseo para mi país.

¿Cuáles son sus ideales para la Argentina?
Apoyo al gobierno nacional. Ha hecho muchas cosas que me interesan, con las que acuerdo de corazón y pensamiento. Aunque también creo que tienen que trabajar con respecto a las formas.

¿A qué se refiere?
Me parece que tendrían que corregir las formas al servicio de poder conseguir lo que se quiere conseguir. Igualmente, espero que podamos tener este gobierno por mucho tiempo más.

¿Qué opina de la televisión?
Cada vez la televisión está más cerrada, con poquísima variedad, calidad. Lamento profundamente que haya tan poca ficción, y que en la mayoría de los programas no exista la producción, y se basen en panelistas hablando de otros programas... Es mediocre.

¿Cree que podría cambiar?
Creo que con la Ley de Medios se va a poder transformar la televisión y a partir de allí podremos tener una televisión diversa. Deseo profundamente que se comience a ofrecer contenido de todo tipo, no sólo de ficción, sino también del punto de vista cultural.

¿Cuáles son sus proyectos?
Termino con 'El anatomista' en diciembre de este año. Después tengo un precioso proyecto teatral pero aún no firmé contrato. Ahora estoy arrancando con dos películas.

por Ceci Castillo

NOTA PUBLICADA EN "DIARIO Z" (Contratapa del Jueves 11 de noviembre)


domingo, 19 de septiembre de 2010

De Bueyes

'La música es nuestro líder'

Los músicos de Bersuit Vergarabat salen al ruedo sin Gustavo Cordera. "Podríamos habernos separado un poquito antes para no tener tantos roces constantes".

Ayer eran los chicos de la Bersuit, los músicos que estaban detrás del Pelado Corde­ra, pero hoy, su líder es la música, y esto es lo que los unió y confor­maron De Bueyes. Dany Suárez, el Cóndor Sbarbati, Oscar Righi, Pepe Céspedes (todos ex Bersuit) y Martín Pomares integran lo que hoy es conocido como "algo más que una yunta de amigos". La ex­periencia, la música y la amistad es el motor de esta nueva banda, que en menos de dos meses festejarán su primer año. Dany y el Cóndor cuentan a Diario Z cómo fue que comenzaron este proyecto.

Si tuvieran que contarle a al­guien que no tuvo la posibili­dad de escucharlos, cómo de­finirían a De Bueyes.
Dany: Es una banda de rock de un grupo de amigos y compañeros.
Cóndor: Yo diría que somos un grupo de amigos que estamos to­cando hace 20 años juntos. Nos conocemos bien arriba del escena­rio, y eso hace que sea una buena banda de rock para escuchar.

¿Cómo nace el proyecto de la banda?
Dany: De Bueyes nace, de alguna forma, hace más de un año, des­de la banda madre que era la Bersuit. Podemos decir que Osky (Oscar Righi) fue el impulsor: componía te­mas y me pedía que los can­te. Después se sumó el Cón­dor, y así terminamos siendo más que dos, y empezamos a grabar juntos.
Cóndor: En menos de un minuto y medio nos dimos cuenta que el proyecto solis­ta era una banda.

¿Por qué De Bue­yes?
Dany: Porque so­mos eso. Una vez, un paisano me dijo que el arte era encontrar dos bueyes que se lleven bien, porque si no tiran bien juntos el arado sale desparejo. Y nos gustó ese concepto, el de ser personas que tiran parejo el carro. Somos más que una yunta, que quizás no ti­ramos para el mismo lado, pero la confrontación de ideas hace que surja la buena música.

¿Hay un líder?
Dany: Sí, la música. Para mí la música está antes que nada, uno no se puede poner adelante.
Cóndor: Generalmente las deci­siones son grupales. Al confron­tar ideas y enfrentarnos, musi­calmente hablando, hace que la canción salga mucho mejor que si fuera uno solo el autor.

O sea, que las canciones tie­nen un poco de cada uno.
Cóndor: Las canciones las escribi­mos entre todos. Aunque última­mente Osky está muy inspirado. Pero generalmente son grupales.
Dany: Hay muchas de nues­tras canciones que surgieron en giras durante la Bersuit, en momentos de descanso. Aun­que la mayoría son nuevas, y se terminan de redondear en los ensayos, donde cada uno agrega, mete y aporta su ser. Igualmente, una vez que in­terpretaste la canción delante del público deja de ser tuya y pasa a ser de la gente.

Y el público, ¿se renueva?
Dany: Es un poco de todo, compar­tido y hay gente nueva.

¿Cuál es la dife­rencia principal que tiene De Bueyes con Bersuit?
Cóndor: De Bueyes es como el ala más rockera de lo que era la Bersuit.

Se podría decir entonces que Bersuit se separó definitiva­mente...
Cóndor: Por ahora estamos en una impasse.
Dany: Sí, ahora estamos separa­dos, aunque nosotros estamos lo más juntos posible. Como banda pasamos de estar ensayando to­dos los días, a hoy, que hace más de un año que no lo hacemos. Nosotros estamos metidos a full con los ensayos de Bueyes.

¿La relación entre todos los ex Bersuit se mantiene óptima?
Cóndor: Sí. Pero tampoco el extre­mo, son como 20 años de convivir.
Dany: Él dice que sí, pero no es un colchoncito de pétalos de rosa. No te voy a negar que los roces exis­ten. Ahí es donde podría hacer un mea culpa y decir que podríamos habernos separado un poquito antes para no llegar a estos roces constantes que molestan... pero uno es medio masoquista.

¿Cuáles son los próximos pa­sos?
Cóndor: Por ahora estamos ha­ciendo una gira por el interior del país, pero nuestra idea es ampliar el espectro y poder ir a tocar al exterior.

por Cecilia Castillo


(Nota publicada en Diario Z el 2 de Septiembre)

jueves, 27 de mayo de 2010

Entrevista a Interna del Moyano


PLAY:


LOCO BANDONEÓN


Proveniente de una familia de clase socioeconómica alta, bohemia y rebelde, Blanca, de 73 años, está desde hace 25 años internada en el Hospital Neuropsiquiátrico Braulio Moyano por una crisis psicótica. Su relato refleja a una mujer inquieta y activa pero, según las referencias del medico, pasa sus días recostada en su cama, rodeada de gatos y viviendo de recuerdos.

-¿Cómo fue que llegó al Hospital?
-Vine de Brasil porque me caí y me lastimé la pierna, me quedó un agujero que no se cerraba nunca, me rayé. El dueño de la posada donde trabajaba me mandó a la clínica, pero el agujero no se cerraba, así que agarré mis dos bolsas, mi bandoneón y viajé a Buenos Aires y me vine yo solita para el Moyano.

-¿Por qué vino al Moyano y no fue a un hospital general?
-Yo ya había estado en el Moyano antes de irme a Brasil, estuve dos meses. Unos parientes me habían dado un departamento para que yo viviera pero no tenía plata, y encima tomaba mucho alcohol con pastillas, y me fui a vivir a lo de mi hermana, pero ella tenía a su marido que era alcohólico y no podía tenerme, entonces averiguamos en el Ameghino (hospital) y me dijeron que había un lugar no muy agradable pero gratis donde podía ir.

-¿Cuántos hermanos tiene?
-Tengo dos hermanas más grandes que no me vienen a visitar porque les da asco. Yo vengo de una familia de mucha plata y cuando llegué acá mi familia pagó para que pueda tener un cuarto sola.
De chica vivía con mi papá y mamá, pero cuando papi murió yo tenia 11 años y mi abuela vino a vivir con nosotras. Después, cuando yo ya tenia 34 murió mi mami y yo me quedé viviendo con mi abuela.

-¿Estuvo en pareja alguna vez?
Tuve un festejante pero no llegó a nada porque él tenía mal carácter y yo sentía que necesitaba mi libertad. Además, no me hubiera gustado tener hijos; a mí me gustan los gatos, no los hijos; yo tengo mucho gatos acá, pero me hacen la guerra; a algunas compañeras no le gustan los gatos, pero yo duermo con mis dos gatos.

-¿Por qué se había ido a vivir a Brasil?
-Yo acá no tenía plata; puse avisos hasta para cuidar enfermos, aunque eso no me gustaba para nada. Estaba viviendo en un conventillo y no podía tocar el bandoneón porque a las mujeres no les gustaba.
Cuando llegué a Brasil trabajé en un restaurante francés, tocando el piano; la gente me quería mucho de ahí, querían que yo viviera para siempre con ellos, me trataban muy bien.

-¿Cómo fue el día que entró al hospital?
-Cuando llegué la doctora no podía creer que llegara de Brasil. Me puse a llorar muy fuerte porque quería quedarme en la guardia, y lloré tanto que me dejaron. Toqué el bandoneón toda la noche, y las mujeres que estaban ahí lloraban y la doctora cantaba tango; me quería quedar para siempre viviendo en la guardia pero después me pasaron a una sala común y fue horrible.

-¿Por qué sigue viviendo en el hospital?
-Yo, si quiero, puedo salir a visitar a mis hermanas, pero no quiero, me gusta estar acá. No me puedo ir de acá porque afuera no hay otro lugar, y tampoco quiero irme. Y además cuando llegué acá el agujero de mi pierna estaba casi cerrado y tengo miedo que, si me voy, se abra. Y además porque los dos meses que estuve acá me divertí tanto!

-¿Cómo es su vida en este lugar ?
La paso bien y mal. Un día me levanté a las cuatro de la mañana y empecé a gritar que no quería más la pastilla y la leche, porque acá es así: pastilla, leche, pastilla, leche. Y otra compañera empezó a gritar conmigo.

-¿Qué hace durante el día?
Yo aprendí dibujo de memoria y a pintar, pero lo que no me gusta de acá es que no tengo mesa para poder pintar, pero la doctora me prometió que me iba a regalar una. Y me gusta conversar de Wilde y de la historia de Rusia, pero mis compañeras no saben hablar de nada. A la noche me levanto y me voy al baño a leer Oscar Wilde.


La entrevista termina cuando una enfermera llama a Blanca para realizar una actividad, ella se despide agradeciendo porque hace mucho que no “hablaba con gente normal”.

C.C.

jueves, 11 de febrero de 2010

"Es muy duro saber que mi papá empuñaba una picana con las mismas manos con las que me tocaba"

Entrevista a Analía: hija de una Represor
...por Miradas al Sur...
.
¿Vos qué hiciste en la dictadura, papá?

Papi está preso”. El llamado la aturdió. Tenía a su hijo en brazos, a punto de amamantarlo.
“Es por cuestiones políticas, culpa de este gobierno”, le dijo su madre. En vez de aclarar las cosas, la confundió más. Aquel 31 de agosto de 2005 Analía Verónica se fundió en un llanto largo y profundo. Es la hija de Eduardo Emilio Kalinec, alias Doctor K, uno de los diecisiete implicados en la causa de Campo de Mayo por la represión ilegal perpetuada durante la última dictadura militar. A su padre se lo juzga por intervenir en la custodia de los detenidos, en interrogatorios y en tormentos en tres centros clandestinos de detención: Atlético, Banco y El Olimpo. Oficial ayudante de la Superintendencia de Seguridad Federal de la Policía Federal Argentina, Kalinec llegó a ser comisario, aunque siempre negó haber llegado a ese cargo en la fuerza.

Analía no cuenta su historia, la escupe. Escribió una carta abierta de cincuenta hojas. Después de mucho meditarlo, hoy decide hablar con Miradas al Sur. Lo hace firme y en ningún momento titubea. Su hijo más pequeño llora, demandando un poco de atención. Le tira de las polleras negras de bambula. “Éstas son las fotos de la época en que mi papá era represor”, muestra Analía. Una foto carnet blanco y negro muestra a un muchacho joven de cejas negras. De civil, con expresión seria. Algo sonriente.

Analía es docente. Trabaja como maestra recuperadora de chicos con dificultad en el aprendizaje. Su labor consiste en sacarlos del aula y nivelarlos, para luego incluirlos y posibilitar la integración. Defensora de la educación pública, paró semanas atrás contra el gobierno de Mauricio Macri. Dos de sus hermanas son policías. María de los Ángeles –Titi– se recibió de abogada en el Instituto Universitario de la Policía Federal y trabaja en un estudio de abogados policías. Alejandra es licenciada en Relaciones Internacionales, graduada en la misma institución.

“Fijáte cómo son las cosas: a las dos las metió mi viejo –se resigna Analía– y es como un clan. Yo quiero sacar a mis hijos de ahí”. La otra hermana, Claudia, cortó relación con la familia y nunca más se supo de ella. Paradojas de la vida, su marido estuvo exiliado durante la dictadura, dos de sus amigos aún están desaparecidos, y su suegro, el Doctor K, está involucrado en la causa.

Las visitas. Marcos Paz fue el primer destino de Eduardo Emilio Kalinec. Antes de terminar en Devoto, tuvo una estadía en el edificio del Cuerpo de Policía Montada. Fue el único que tuvo ese privilegio. Según Analía, porque tiene una memoria prodigiosa. Mejor bien cuidadito con tanta información. Los domingos eran los días de asado familiar en el quincho del lugar. No faltaba ni el aire acondicionado ni Lunero –el caballo que le habían asignado para que descanse– ni el vecino Christian Von Wernich. “Pobre cura, es muy buena persona”, decía su padre.

El fin de semana siguiente a la elevación de la causa a juicio oral, Analía, su madre y su hermana Titi lo fueron a saludar. El mandato era claro: papá estaba bajoneado y había que tirarle buena onda. “Cuando lo vi me impresioné. Estaba con los ojos llorosos y muy nervioso. Lo abracé fuerte y le di un beso. Nos sentamos, me agarró la mano y me preguntó si pensaba que él era un monstruo. Yo le dije que sí. Empezó a temblar”. Al otro día, lunes 30, sonó su teléfono celular. Estaba dejando a sus hijos en el jardín. Apenas atendió, una voz grabada le informaba que la llamada provenía de un instituto penitenciario. Le resultó extraño. Su padre nunca la llamaba a su teléfono personal. Con la voz llorosa, Kalinec le confesó lo solo que se sentía y cuánto necesitaba escucharla. Analía, con un nudo en la garganta, intentó explicarle que tenían maneras diferentes de pensar. Esa noche le garabateó una carta.
“Te invito a sincerarte, a que permitas cuestionarte. Te invito a ponerle el pecho a tu propia historia. Sin picanas ni submarino”.

El escrito tuvo sus repercusiones. Su mamá la llamó y le reprochó la carta horrible que había escrito. En un papelito al lado del teléfono, Analía respondió: “Horrible no es lo que yo hago, horrible es lo que él hizo. Horrible no es lo que digo, horrible es no decirlo. Horrible no es mi carta, horrible es lo que pasó”. La situación la desbordó y afectó a sus hijos. La llamaron los directores del jardín, alarmados. Su hijo más grande andaba diciendo a sus compañeros que su abuelito “había matado muchas personas”. Los nenes de sala de cinco años, interesados, lo atosigaban a preguntas sobre si lo había hecho con una ametralladora o con qué tipo de arma.

La crisis. “Recién caí en lo que era mi viejo cuando la causa se elevó a juicio oral”, confiesa Analía. La orden la había dado el juez federal Daniel Rafecas el 25 de junio de 2008 y el Tribunal Oral Federal Nº 2 de la Capital Federal sería el encargado de realizar el juicio. Kalinec negó siempre su participación en los hechos que se le imputan. Incluso promete hacerle un juicio millonario al Estado apenas salga en libertad. Su abogado defensor, Juan Martín Hermida, había pedido su excarcelación por falta de méritos. Sin embargo, en la cárcel, le dijo una vez a Analía:
“¿Cómo no ponerle una picana a un tipo que sabés que tiene información?”.

Dispuesta a investigar, Analía le pidió a su hermana Claudia que le envíe la causa por mail. Se sentó en la computadora y empezó a leer. No paró de llorar hasta terminar las 812 fojas. Luego puso el nombre de su padre en Google. Listados de organismos de derechos humanos lo nombraban y lo denunciaban por hallarse en funciones. Y libre.

“Al principio me comí el buzón de que él luchó por la patria. Lloraba por lo injusto de la situación. Sin darme cuenta me fui dando cuenta. Y empecé a llorar por lo justo de la situación”, confiesa Analía. A Kalinec se lo acusa de 181 privaciones ilegítimas de la libertad. Lo nombran los testimonios de Mario César Villani, Ana María Careaga, Delia Barrera de Ferrando, Miguel D’Agostino, Nora Bernal, Daniel Aldo Merialdo, Horacio Cid de la Paz y Javier Antonio del Cerro.

“Es muy duro saber que mi papá empuñaba una picana con las mismas manos con las que me tocaba. Y que la misma voz que me sigue diciendo que me quiere es la misma que dio orden de muerte y de tortura. ¿Cómo puedo hacer para unir en la misma persona a mi papá y al Doctor K?”, se pregunta Analía en su carta. Intentó hablar con su familia, pero ninguno quería. Hermética, su abuela Elsa –la mamá de su padre– decía no recordar nada. Sólo Laura –la hermana de su papá– accedió a contar todo lo que sabía. De chica, ella también había sufrido torturas por parte de su hermano. Le ponía la cabeza en un balde de agua durante mucho tiempo, hasta la desesperación. “Es un juego”, le decía el futuro Doctor K.
Laura le contó también sobre su primer matrimonio con un señor de apellido Giménez, que fue compañero de Kalinec durante la dictadura. Algunas veces, cuando volvía a su hogar, Giménez llegaba descompuesto y vomitaba. Y le decía a la tía de Analía: “Esto es una carnicería, yo no sé como tu hermano puede hacer lo que hace”.

Analía se enteró de lo que tenía ganas de enterarse y también de lo que no. De abusos familiares, de infidelidades –varias– por parte de su padre. Hasta de una supuesta media hermana, de una mujer que su padre habría dejado embarazada. Recordó a su padrino, un tal Fernando Guillermo González, al cual no vio nunca más. González había adoptado una beba llamada Mariana en el año ’80. Intentó buscarla, pero al tener un apellido tan común se le complicó. Analía tiene serias sospechas de que esa nena es hija de desaparecidos.

Las cosas por su nombre. “Mi papá es un represor”, sentencia Analía. La dureza y realidad que impone al hablar se reflejan en sus ojazos azules. En ningún momento se le llenan de lágrimas. Hoy hace terapia en el Centro de Atención por el Derecho a la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo. Ya casi no se habla con nadie de su familia y sólo la acompaña Luis, su marido. Mucho antes de que se sepa todo, en una muestra de derechos humanos de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires, su primo Germán encontró el nombre y apellido de su padrino, el papá de Analía.

Era uno de los pocos que no tenía fotografía. Al parecer, organismos de derechos humanos lo habían estado siguiendo para fotografiarlo, pero ante el hábil y escurridizo hombre, nunca dieron con su cometido. Analía fue quien aportó su imagen. La entregó personalmente a la agrupación Hijos. Su rostro es hoy difundido en carteles que exigen juicio y castigo. “Meses antes de que lo lleven a prisión preventiva estaba con una actitud muy persecuta –deduce Analía–. Algo sabía. Alguien le había informado.”
El día del inicio del juicio, el único espacio libre para acceder a la sala era para un familiar. Analía no quiso entrar así. Estuvo en lista de espera con un primo hasta que lograron entrar como público: “No iba como familiar a apoyar lo que hizo. Yo vengo como parte de una sociedad. De última como hija, pero para repudiarlo y denunciarlo”. La separaba de su padre una distancia de seis metros. Lo encontró igual a como lo había visto la última vez, quizás un poco más gordo.

De animalito a mujer. A Analía su papá la llamaba la vizcachita, porque en un momento, cuando era chica, sólo tenía dos dientes arriba y dos abajo. Como el animalito. “De chica yo era su novia. Siempre lo acompañaba a todos lados y estaba con él. Cuando él venía de trabajar yo iba a recibirlo gateando”, escribe en su carta abierta Analía. Y pone el verbo “trabajar” en itálica.

La historia de Analía es similar a la de Ana Rita Laura Pretti Vagliati, hija del comisario bonaerense Valentín Milton Pretti, alias Saracho. Su padre había participado de la dictadura militar, torturado y asesinado personas. Presentó una demanda en el tribunal de familia número 2 de Lomas de Zamora para suprimir su apellido paterno. En 2007 se convirtió en el primer y único caso en el cual la Justicia autorizó a llevar sólo el apellido materno. Se le hacía insoportable llevar su nombre junto a la herencia de un torturador. Analía lo pensó, pero no tomó la misma decisión: “Es parte de mi historia y de lo que soy yo”. Es la misma dicotomía que se le presenta hoy. El proceso que aún sigue resolviendo. Que terminará el día que se dicte la sentencia. O posiblemente ni siquiera. El máximo deseo de Analía es dejar de ser su vizcachita y pasar a ser una mujer con identidad propia.

–¿Lo seguís queriendo a tu papá?
–Sí, es mi papá y siempre lo va a ser. Lo quiero, pero lo espero de la vereda de enfrente.


Publicado por "Miradas al Sur" el 6/12/09

viernes, 5 de junio de 2009

NORA CORTIÑAS

MINI ENTREVISTA A NORA CORTIÑAS

LA FUERZA Y LA LUCHA EN UNA PERSONA



¿Cómo comenzó el movimiento de las Madres de Plaza de Mayo?
Muchas madres y padres sabían que a la ESMA se llevaban gente, ya el lugar funcionaba como un centro de tortura y muerte, y como no te daban informacion; los familiares de los jóvenes que habían sido secuestrados nos juntabamos allí…dabamos vueltas por la vereda…era realmente dramático. Las familais se comenzaron a conectar unas otras porque todos tenían el mismo objetivo, que era el de encontrar a sus hijos. Las madres comenzaron a hacer trámites juntas, pero en un principio no existia un movimiento formal.

¿Cómo era la vida familiar en ese momento?
Era muy dificil. Se rompieron codigos familiares, se tuvieron que romper de una manera muy abrupta porque era sí o sí a buscar a ese hijo o hija. No habìa un parlamento de decisión, la madre salía a la calle, allí conocía a otra y se organizaban para buscar.
En mi caso, que mi marido era muy machista y muy acostumbrado a que la mujer era de la casa, se tuvo que acostumbrar.
Muchos hombres sufrieron más que nosotras por las dos pérdidas: el hijo o la hija, y la mujera que ya no era la misma. Tambièn los otros hijos sufieron. Existìa una sensacion de abandono y una preocupacion por no saber si volviamos o no.

¿Cuál fue el motivo por el que Las Madres se separan en dos grupos?
Despues que terminó la dictadura nos separamos, antes no. Ahora llevamos más años separadas que juntas. Era un momento de agotamiento y por más que Hebe diga que fueron cuestiones ideológicas, no fue así: su personalismo y su querer ser la dueña del movimiento fue uno de los motivos. La postura politica de Hebe cambiò rotunadamente…antes odiaba a todos los polìticos, todo era el enemigo…ahora esta clarìsimo que no es asì.

¿Podría perdonar a los torturadores de su hijo?
No, no serìa capaz. Yo quiero que vayan a la càrcel, no quiero reconciliacion ni perdon…quiero JUSTICIA, JUSTICIA, JUSTICIA!!!

¿Si lo tuviera a Videla en frente que harìa?
No lo matarìa, yo siempre digo que lo rasguñarìa…pero ni siquiera porque me daría asco si me quedara algo de esa piel en mi.

¿Cómo describe a la última dictadura?
Fue la brutalidad imaginable, un crimen que jamas nos hubieramos imaginado los argentinos que ibamos a llegar a ese espanto. El terrorismo de estado fue hecho por civiles, militares y con la participacion de la cúpula de la iglesia católica argentina, con la excepción de 4 o cinco obispos; y con la participacion de la iglesia media, que sigueny nunca se arrepintieron de su apoyo activo en este horroso plan de exterminio argentino.

((Nora Cortiñas: desde 1977 Nora Cortiñas forma parte de las Madres de Plaza de Mayo, fue una de las cofundadoras. Es psicologa social y profesaro en la UBA. Su hijo Carlos Gustavo Cortiñas, militante del Partido Peronista fue detenido desaparecido el 15 de abril de 1977 por las Fuerzas Armadas Argentinas))

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Entrevista


CRISTINA BANEGAS


La notable actriz se destaca en cualquier campo artístico que incursione. Hija de artistas, su primer paso por la televisión lo dio con apenas 12 años. Tranquila, amable y decidida cuenta como fue que eligió su amada profesión.

Reconocida dentro del ambiente y por fuera también, Cristina Banegas no deja de sorprender: no sólo es una notable actriz, sino también está ganando su lugar como cantante de tango, guionista y directora de teatro.


Excéntrica y vestida totalmente de blanco abre las puertas de su casa con una amabilidad y una tranquilidad que transmite una cierta incomodidad. Su casa ubicada en un pasaje de Palermo es un reflejo de ella misma: cálida y muy luminosa, casi ni tiene paredes sino que enormes ventanales recubren el living en dónde suena una música con volumen muy bajo casi indescifrable.


-¿Qué te convocó a dedicarte a la actuación?
-En principio lo que me impulsó es que mi madre fuera actriz y conductora y que mi padre fuese productor. Me crié en la televisión pública porque en ese momento no se grababa sino que se estaba todo el día y se hacía todo en vivo. La televisión fue mi ambiente natural toda mi vida.
Banegas confiesa no haberse formado en ninguna escuela ni organismo nacional, su aprendizaje fue espontaneo o con profesores particulares: “Trabaje mucho en la actuación, en la técnica de voz y en los movimientos”, asegura.


-¿Cuáles fueron tus primeros proyectos en lo actoral?
- A los 12 años trabajé sólo en un capítulo de una serie que dirigía mi padre en Canal 13. Estuvo bueno, pero mis padres me prohibieron seguir actuando hasta que termine el colegio secundario. Volví a la tele a después de casarme y tener a mi hija, a los 18 años.

-¿Y la actuación en teatro?
- Empecé a los 19 años en el Teatro Ateneo con una obra para chicos que dirigía mi marido de entonces (Alberto Fernández de Rosa). Yo la había escrito, pero además la actué, canté y baile…fue muy natural.


La entrevista se interrumpe unos minutos por un llamado telefónico: Banegas habla con su hija de la misma manera pacífica con la que responde las preguntas, su tono de voz es muy bajo y aunque parece que discute por tema de horarios se mantiene extremadamente calma.


-¿Cuáles crees que son las contras de trabajar como actriz?
-Actuar es un trabajo muy extraño y muy difícil, no basta sólo con poner la carita. Hay que construir el personaje, tomarse su tiempo, estudiarlo y traducir los signos del guión para que parezcan reales.

-¿Qué personaje te gusto más encarnar?
-No sé si hay uno solo. Me gusto mucho hacer “Romeo y Julieta” y “Eva Perón en la Hoguera” .También hubo un par que no me gustaron pero la mayoría los disfrute enormemente.
Para la grandiosa artista no importa si se disfrutó más o menos lo que importa es que “el que este tocando en esa banda, toque bien”.


La reconocida actriz también comenzó como guionista desde muy joven: “Empecé a escribir para un programa de chicos que dirigía mi marido en España que tuvo dos etapas y duró alrededor de ocho años”, cuenta.


Por su paso por Mujeres Asesinas ganó dos Martin Fierro, aunque para la actriz fue una experiencia agotadora y muy fuerte y asegura que no lo volvería a hacer: “Los lugares de grabación eran inhóspitos, te morías de frío o de calor y tenías que pasar allí todo el día”.


-¿Cómo ves a la televisión actual?
-La veo mal, hay pocas cosas interesantes, sobre todo en los canales de aire. Me gusta mucho lo que hace Diego Capussotto en Canal 7, pero creo que hay poca oferta y mucho de lo mismo.
Aunque desde chica tuvo más relación con la televisión que con el teatro, se siente más cómoda actuando en un escenario. Pero ese no es el único momento en que pisa la elevada tarima, sino que esta mujer multifacética tiene otro amor más: el tango.


-¿Cuándo comenzaste a dedicarte al canto?
-Desde muy chica me gustaba cantar, lo típico de cantar en la ducha, a mis familiares o sola; pero empecé a cantar tango hace 12 años y desde ahí que me di cuenta que no podría dejar de hacerlo nunca en la vida.


-Si tuvieras que elegir una sola: ¿Actriz, cantante o directora?
-No puedo, no me veo en una sin la otra.


Parece haberse quedado pensando en la última pregunta y en su rostro calmo se presento una leve sonrisa de nostalgia, pero no dura mucho porque esta ocupadísima mujer debe prepararse para su largo viaje de dos meses que emprende el próximo sábado.


La actuación, el canto y la dirección están presentes en la genética de la artista: hace más de cuarenta años que Cristina Banegas comenzó su carrera y su inminente labor la destaca por encima de muchas actrices argentinas y extranjeras.
C.C.

lunes, 30 de junio de 2008

*La Bomba de Tiempo*



SANTIAGO VÁZQUEZ: UNA BOMBA CULTURAL









Es director de “La Bomba de Tiempo” e integra el grupo musical “Puente Celeste”. Es considerado uno de los primeros que incursionó en la música instrumental combinada con ritmos de otras culturas. Un ícono de la percusión.



¿Qué te convocó a dedicarte a la música?
Desde muy chico disfrute de cantar y de percutir con palitos todo lo que anduviera cerca. Después fui estudiando y de a poco metiéndome cada vez mas profundo en la música (en principio desde la batería) hasta que a los pocos años tuve la certeza de que quería dedicar a eso mi vida.



¿Dónde comenzaste tus estudios?
Empecé a estudiar batería y solfeo a los 10 años en España, donde mi familia se encontraba exiliada. En el 85 mi padre volvió a Argentina. Poco después yo me volví a instalar en Argentina, y un tiempo después volvió también mi madre. En Buenos Aires encontré y encuentro hoy en día, un clima de efervescencia artística y musical que me inspira a crear e intentar cosas nuevas.



¿Tu familia te apoyó en la elección?
Me apoyaron mucho. Especialmente mi madre, al principio. Y más adelante los dos.
En el momento en que decidí que sería músico y no estudiaría ninguna otra carrera, hubo un poco de resistencia al principio por parte de mi padre, que no entendía muy bien como se podía vivir como músico (y tenía razón en no entenderlo!). Pero yo tenía la certeza de que si me dedicaba a tiempo completo a la música podría vivir de eso, mientras que si estudiaba otra carrera “por si acaso” no llegaría a alcanzar en la música el nivel suficiente para hacer de ello una profesión. Así que lo puse en esos términos, y finalmente él lo aceptó.
Hay que entender que para cualquier padre o madre, tener un hijo baterista en casa, estudiando entre 3 y 8 horas por día todos los días ya es un acto de apoyo gigante.



¿Cómo se te ocurrió la idea del Club del Disco?
Cuando terminé en forma independiente mi primer disco, de pronto tenía al lado de mi cama una pila enorme de discos, y no sabía que hacer con ellos: dónde venderlos, y a quién. En esa época otros amigos músicos estaban en la misma situación (Fernando Kabusacki, Sami Abadi y Axel Krieger entre otros), así que decidimos armar una cooperativa de distribución (CDI Cooperativa de Distribución Independiente) para llegar con nuestros discos a las disquerías, que en ese entonces no querían comercializar discos independientes, salvo que estuvieran agrupados en algún catálogo mayor. Dentro de ese proyecto, se me ocurrió emular el mecanismo de club de envío a domicilio por suscripción, que existía anteriormente con otros productos (vino, libros, videos) pero distribuyendo música independiente, de autor, difícil de encontrar en las disquerías, y con información que ayude al público a entrar en contacto con esos autores y su música. El proyecto del Club del Disco estuvo madurando en mi mente durante varios años, hasta que finalmente di con las personas adecuadas para llevarlo a la práctica (Rodrigo Sáenz y Sami Abadi) y eso coincidió con un momento de auge de la música de producción independiente, de forma que decidimos emprender esa aventura.



¿Cuáles fueron tus primeros proyectos musicales?
Los primeros proyectos que puedo considerar propios son: “La Cangura”, con Alejandro Franov. Era un dúo de improvisación total. Música, movimientos, actuación, danzas o textos... podía pasar cualquier cosa... y pasaba.
Después de algunos experimentos de grupos con mis temas, armé Puente Celeste, que fue el primer proyecto propio con el que grabé un disco, y que continúa hasta hoy, aunque ha ido cambiando mucho desde sus comienzos.



¿Qué diferencias encontrás entre los distintos grupos que dirigís?
Los diferentes grupos en los que participo o dirijo son todos muy distintos, y eso es lo que me interesa de ellos. Entre todo voy balanceando mi experiencia musical, tratando de cubrir mis necesidades en todos los aspectos: energéticos, emocionales, mentales, espirituales.



¿Cómo surgió la idea de combinar la música propia con la proveniente de otras culturas?
Nunca intenté mezclar nada. Sí me interesa nutrirme de distintos lenguajes, y dejar que afloren en los momentos necesarios cosas que tal vez abrevan en uno o en otro.
Sucede que desde chico cantaba melodías que grababa. Luego al escucharlas o memorizarlas, muchas veces tenía la sensación de que no eran valiosas, porque no se parecían a la música que yo escuchaba en ese momento (no se escuchaban en la radio músicas que no fueran pop, rock, jazz, tango, cumbia o salsa, música brasilera, folklore o clásica).
Hasta que un día escuché música egipcia, y noté que algunas de mis melodías se parecían en algo a esa música. Así fui buscando otras músicas del mundo, como una forma de darme el permiso de valorar las melodías que yo componía dese chico.

¿Cuál fue el proceso de creación de un nuevo sistema de señas en la dirección?
Yo venía de armar un lenguaje de señas para otro grupo que dirigí años atrás (el Colectivo Eterofónico de Improvisación) que era de carácter tímbrico, melódico y armónico. La idea de formar ese grupo fue inspirada por el compositor y conductor estadounidense Butch Morris, quien toco en argentina con un grupo de improvisación dirigido por señas.
Después de mi experiencia con el Colectivo Eterofónico sentí la necesidad de trabajar más con el ritmo, y específicamente con el groove y el baile. Armé una seña para cada concepto rítmico que me interesaba utilizar, y de a poco fui armando la imagen mental del grupo que quería armar.
Finalmente llamé a los músicos y les fui pasando las señas, hasta que todos estuvimos cómodos con el lenguaje.



¿Las puestas son ensayadas y/o hay improvisaciones?
Lo que hacemos con la Bomba es todo improvisación, salvo dos o tres obligados, que usamos muy ocasionalmente para generar contraste.



¿Con qué criterio seleccionas a los músicos de tu grupo?
Convoqué a los mejores percusionistas que pude imaginar en las cercanías. No solo debían ser grandes percusionistas y músicos, sino que también deben tener la capacidad de racionalizar lo que tocan, ya que la señas que usamos requieren de ciertas capacidades analíticas que no son usuales en la enseñanza de la percusión. Deben poder trocar cosas complejas y que suenen como si fueran muy simples.



¿Qué representa para vos el éxito que esta teniendo La Bomba?
Por supuesto, es una alegría enorme.
Muchas veces me dijeron que la experimentación, la improvisación o la complejidad, estaban reñidos con la masividad. La Bomba de Tiempo es para mí una confirmación de que esto no es necesariamente así.


¿Cómo surgió el nombre?
Ese nombre surgió en mi mente antes de convocar a los músicos, mientras estaba desarrollando las señas. Luego, con el grupo ya conformado, entre todos sugerimos varios nombres, y los sometimos a votación, y este quedó. Para mí habla de lo que hace el grupo: expandir el aspecto rítmico –el tiempo-.

¿Por qué no hay mujeres en tus grupos?
En la Bomba hay una mujer, aunque hace unos meses tuvo un bebé, y por eso no está pudiendo tocar actualmente.
Fuera de eso, resulta que es cierto que, por ahora, hay mas hombres que mujeres dedicándose a la música.



¿Qué lugar dirías que ocupas dentro del actual momento musical?
No tengo idea. No soy muy conocedor del panorama general de la música en nuestro país. Solo trato de llevar mis ideas adelante lo mejor posible, como todo el mundo.


¿Cómo te resultó tu experiencia como solista en “MBIRA y PAMPA”?
Hasta ahora tengo 2 discos como solista, “Raamon” y “Mbira y Pampa”, aunque el primer disco con Puente Celeste -“Santiago Vázquez & Puente Celeste”- es casi un trabajo solista junto a un grupo (los temas y arreglos son míos en ese disco)
En este momento estoy haciendo shows solo, tocando varios instrumentos y ayudándome de electrónica para poder montar varias capas de instrumentos, como lo haría en un estudio de grabación, pero todo en tiempo real, en el escenario. Este Show se llama “Monoambiente” y es un proyecto que me entusiasma mucho.




Bohemio, ideólogo de un nuevo estilo de música popular, y perseverante, Santiago Vázquez es una bomba cultural que alberga alegría y despierta la identificación entre los jóvenes.

C.C.