LOS INDIGNADOS ESTÁN VERDES
Antes de empezar
a escribir esta nota tengo que pedir disculpas, porque todo esto me causa un
poco (bastante) de gracia. Hace poco, alguien me hizo reflexionar sobre la “indignación”,
y tenía razón, el indignarse no sirve. Pero el reírse, muchas veces, si.
Mayo terminó con
una batucada algo silenciosa, y sectorial. A eso de las 8 de la noche, en
algunos pocos barrios porteños, un que otro indignado hacía sonar su cacerola.
Queriendo traer al presente un pasado ruidoso incomparable, los balcones se
prendían y apagaban al son de señoras sacudiendo cucharones, o golpeando las
barandas de sus acogedores departamentos.
¿A qué se debió
la revolución balconera? Al mayor control
para el cambio de la moneda Nacional por la extranjera (a lo que los indignados
llaman “cepo”).
A esto, se
sumaron algunas voces que protestan por la reforma impositiva al campo, por la
inseguridad, por la Kretina que compra carteras caras, porque la Yegua se
viste de negro, por el que “se vayan todos”….. Ah!, y en algún que otro medio, se dice que también “es por la Justicia” (da
la casualidad que a este Grupo no le conviene que la Señora de la balanza se haga presente).
Más allá de quién
fogonea este “Kacerolazo” (que no hace falta ser muy vivo para darse cuenta *),
creo que lo que hay que reflexionar es el por qué del ruido metalero.
La necesidad principal por la que se unieron para protestar:
Quieren dólares para viajar, para ahorrar, para guardar debajo del colchón y
para sentirse más unidos a sus “hermanos”.
Las cacerolas,
para esta clase de gente (y no me refiero a “gente de clase”) están siempre
llenas. Ya sea de sabrosa y contundente comida, o de quejas y ruidos
egocéntricos. Ellos tienen ollas para llenar sus estómagos, como así también, para vaciar sus pensamientos en consignas
fascistas.
Pero no
todos pueden jugar con sus elementos de
cocina, porque: o no los tienen, o no los pueden llenar. Gracias a este modelo,
estas voces se están oyendo . Por suerte, por el 54% de los argentinos.
No hay ninguna
duda que el pensamiento oligarca sigue presente y potenciado, pero
gracias a la crispasión de nuestra Presidente, son sólo ideas agrupadas
en cabezas ignorantes.
Es paradójico que
la ignorancia, mucha veces, se la relacione, con los que menos tienen, con los
que más necesitan (económicamente hablando), porque creo, que con el ruido a
cacerola de ayer y de hoy, quedó más que claro, que quizás, lo que necesiten
golpear…sea otra cosa.
Por último les dejo algo que leí por ahí:
"Indignados Chile: exigen Educación Pública y Trabajo.
Indignados Estados Unidos: exigen Pan y Trabajo.
Indignados Grecia: exigen Pan, Trabajo, Educación y Libertad.
Indignados España: exigen Pan, Trabajo y Hogar.
Indignados Canadá: exigen Educación Pública.
Indignados Argentina: exigen poder COMPRAR DÓLARES."
(*Si necesitás más pruebas de que la cacerola se pone en la
hornalla por el Grupo C., entrá aca)
3 comentarios:
Realmente es para reflexionar que siga habiendo tanto idiota suelto.....
Me refiero, obviamente a los que andaban boludeando con la cacerolita....
Hola... me han hecho llegar por mail estas palabras de Ceci Castillo. Que atinadas, lúcidas y en sintonía con tantísimos que reflexionamos eso.
Invito a leer también el post de otro blog en fina sintonía con lo de este.
Abrazos...
http://mundo-perverso.blogspot.com/2012/06/volvieron-como-farsa.html
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