viernes, 24 de junio de 2016

Traicionando la militancia

Ser o no ser (K) esa es la cuestión

A diferencia de una relación de pareja donde “no sos vos, soy yo”, acá NO ES NADIE. Ni vos, ni yo, y menos ellos…¿y nosotros?
López es chorro, los del Evita son traidores, los que critican son tibios. Hay una bolsa cerrada de caramelos dulces, silenciosos; y otra con caramelos podridos, que deberían no haber entrado en ninguna boca.

Hace unos días leí que en un posteo de Facebook, un Compañero compartía su opinión sobre lo sucedido en el último tiempo con la denominada por los medios “Corrupción K”. Él, hacía una crítica a la respuesta de CFK en relación a López. Crítica que comparto, y que tal vez yo no sienta que es una crítica si no una realidad. A partir de su opinión, salieron a matarlo, a querer escharralo, y hasta hablar de sus hijos y familia. Obviamente, tildándolo de traidor.

Yo no sé si CFK metió la mano en la lata o no (sinceramente, aunque para muchos sea por fanatismo idiota, no lo creo, y hasta que no haya una prueba o una denuncia contundente y no armada por los medios, tampoco voy a creerla). Pero, así como sostengo mi credibilidad en su lealtad, considero que aunque ella no era la que cargaba con los bolsos, no le quita responsabilidad. Eso se llama negligencia ¿No hubiese sido mejor que ella salga a pedir disculpas o a decir que su error fue el no haber controlado de manera correcta el uso de dinero para obras públicas? Creo que asumir un error es más humano, y menos corrupto ¿No?

Lamentablemente, de ahí se desprenden muchas raíces. El que critica se convierte en un tibio, un traidor, un irresponsable que sólo debía haber dicho semejante cosas “puertas adentro”. Pero ojo muchachos, no seamos ilusos…quedamos fuera de esas puertas cuando no nos dejaron votar en primarias por nuestro candidato.
Así aparecen los que la tenían clara de entrada- y que ya resolvieron todo por un par de grandes chantas y ladrones-, esos que vienen con sus: “Yo te avise”, “Son todos chorros”, “Menos mal que se fueron”. Y ahí se cae en lo mismo que se critica, el fanatismo de no ser K. 

Todo aquel que sea corrupto debe ir preso. Todo. Tenga el nombre que tenga, empiece con la letra que empiece, tenga el color que tenga. Eso sí, a mi no me van a manchar, a sacar, ni a hacer dudar el modelo de país que me representó durante varios años, con aciertos y desaciertos. Porque un modelo no es un apellido, ni un nombre.  Con esto no estoy queriendo decir “no importa si curran porque defienden y llevan a cabo mis ideales de modelo socio económico”, estoy diciendo que nada ni nadie me va a empañar los logros alcanzados, los que faltan alcanzar, y el sostener que todos aquellos que nos afanaron deben devolverlo y someterlos a la Justicia…LIMPIA.

También de ahí se desprende la pata del CAMBIO. Por un lado, el fanático K que dice “es mejor enterrarla que tenerla en Panamá”, el fanático no K que defiende a ultranza al presidente porque les cae más simpático, porque ni Niembro ni Melconian, entre tantos otros, importa. Porque tener la plata “afuera” es más ético que el tenerla en un bolsillo. Porque acá no importa si los impuestos son ESTATALES (es decir de todos). Porque siempre va a haber un López que se lo lleve al convento, y miles de excusas… Se ve que no es sólo el peronismo o kirchnerismo el necesitado de personalizar.

¿Cuándo vamos a aprender? ¿Qué mejor hubiese sido que en los últimos años del gobierno K, la militancia, los simpatizantes, los que se sentían cerca…pudiesen haber hecho una autocrítica y una crítica a esas puertas abiertas, sin ser fusilados? ¿Cuán importante sería que el Cambio cambie, y los que votaron a Macri puedan hoy criticarlo porque no cumple con lo que les prometió, y sobre todo, por no tomar ni una medida a favor de los que más lo necesitan? ¿Cuán importante sería que abramos los ojos y veamos qué modelo de país queremos…o qué modelo de país se necesita para TODOS?

Pero se cae en lo mismo. En el país que dejó la Yegua, país que apenas asumir Prat Gay dijo “no estar tan mal”.

Caímos tan pero tan bajo, que hasta se armaron discusiones por lo desubicada de CFK bailando en el balcón antes de ir a Comodoro Py, o lo ridículo del actual Presidente bailando con el bastón presidencial en la Casa Rosada ¿Es realmente eso tan importante?

¿Cuánto sabemos del modelo que queremos, que nos prometen, que nos hacen pagar?  

La personalización de los modelos son una gran mierda. Pero lo más triste,  es que el gran error es nuestro.

No se olviden, la grieta existe desde que los medio la instalaron. Así como Orson Welles sembró pánico por la invasión alienígena  que todos creyeron real.


viernes, 28 de agosto de 2015

Conexión desconectada.


La culpa la tuvo el Whatsapp

Icq, un viaje de ida
Prehistórico parece nombrarlo. Un adolescente no tiene idea de qué es. Hasta su sigla parece algo extraño.
ICQ, yo fui una de las primeras en tenerte. Primeras dentro de mi grupo de amigas del colegio. Sí, como hija de padres separados de los años 90 --cosa que no era tan “normal” como lo es ahora--, me consentían bastante.
Ahí estaba: con 13 años, computadora en mi propio cuarto y un ruidito inconfundible, que cada dos o tres segundos me avisaba la llegada de un nuevo mensaje de algún desconocido, porque en ese momento, todavía nadie conocido usaba esta novedosa aplicación social.
Pero, detrás de ese armatoste de pantalla, no estaba yo sola. Amigas, compañeras de colegio, púberes excitadas de conocer a ese amor de la vida que suponía estar esperando al otro lado de la pantalla. Nos pasábamos la tarde así, “chateando” con ese grupo de otros chicos --o así nos hacían creer-- que estaban interesados en nosotras, que tenían los mismos gustos, y que nos íbamos a encontrar pronto –eso nunca sucedió--.
Era divertido porque compartíamos algo distinto al colegio, las tareas, era una nueva red social, pero que a la vez que nos conectaba con el mundo virtual, no nos desconectaba entre nosotras. Estábamos 4 o 5 chicas hablando, riéndonos, comentando que nos escribían o qué respondíamos. Sí, frente a una pantalla, pero también frente a nosotras mismas, y las miradas cómplices las seguíamos cruzando.
Como internet era por teléfono, no podíamos estar más que una hora como mucho, antes que alguna de mis hermanas mayores empiecen a los gritos porque querían hablar con sus novios –estos sí, reales--, o mi mamá con su fanatismo por hablar con quien fuese.
Era una conexión con los otros donde la conexión con nosotros mismos no se perdía. Algo así como un hobbie que nos hacía entrenar las manos, y por lo menos a mí,  me sirvió para convertirme en un "as" en la rapidez que tengo para escribir en el teclado.
El ICQ, por lo menos en nuestros comienzos, cuando lista  del chat era de desconocidos, tenía un fin: el conocer a ese novio cibernético ideal. Irreal.
Después de unos meses, dejamos de juntarnos frente a la máquina para juntarnos en el parque que quedaba cerca, porque allí fue donde encontramos esa persona real, pero ese es otro tema, que tal vez contaré en algún otro momento.
De a poco, este programa de mensajería instantánea se volvió masiva: Ya dejábamos de juntarnos para chatear juntas y ahora nuestros encuentros eran cibernéticos. Cada una sola en su casa frente a la computadora, solas, aunque creíamos que estar chateando era estar juntas y conectadas.
El Icq fue el padre del Messenger. Así, las conversaciones en vivo empezaron, poco a poco, a perder protagonismo para ser leídas o escritas --lástima que esto no haya servido tampoco para mejorar la ortografía colectiva. Algunos siguen escribiendo “hiba”, o, como en mi caso, cuando escribo “todavía” me tengo que acordar de mi mamá diciéndome “B” de burro no “V” de vaca, y simulando que las “VB” sonaban distintas, cuando para mi era lo mismo--.

Celulares al ataque
Una vez me pasó que estaba en el pediatra de mis hijos, y estaba otra mamá con sus dos hijos, que juntos, no superaban los 11 años. Cada uno, en su mano, tenía un celular…propio.
Sí, acá vendría la opinión/crítica de un extra a mi pensamiento diciéndome que no me haga la hippie, o que me adapte al siglo que estamos. Ni soy hippie, ni soy una desadaptada social/tecnológica. Es más, esto lo escribo a partir de la abstinencia (física y real) que sentí al perder mi whatsapp, pero eso se los voy a contar más adelante.
Mi primer celular me lo compró mi Papá cuando tenía algo así como 16 o 17 años, y en ese momento, era una “suertuda” y super avanzada. La compra, esta vez no fue para consentirme si no porque una de mis hermanas, que ya iba a la facultad, la dimos por desaparecida, secuestrada, descuartizada porque durante 2 horas no conocíamos su paradero. No estaba ni en la casa, ni en la facultad, ni en ningún lugar que nosotros creíamos que tenía que estar. A partir de ahí  la prevención, para los adultos, fue que sus hijos necesitaban tener un  celular para avisar a donde iban o venían –Raro, porque si a uno lo secuestran o  se lo descuartizan no lo va a poder usar--. Ahí salíamos: mi hermana, la ex no secuestrada y yo con nuestros lindos celulares semiplateados, y la más grande, con las manos vacías, cosa que aún hoy no entendemos por qué a ella no se le compró el super celular de la protección. Unos días después, la culpa paterna pudo más, y le regaló el suyo.
Las funciones de los celulares eran para llamar o atender. La voz era la protagonista. También para usar como reloj despertador.
Luego llegaron las nuevas funciones, con esos mensajitos de texto que te ahorraban saliva pero no el bolsillo, porque uno terminaba manteniendo conversaciones y cada mensaje salía carísimo.
Recuerdo que me sacaba de quicio que mi Mamá responda “Ok” --cosa que hoy hace por mensaje de audio--¿No entendía ella que ese mensaje mínimo terminaba dejándola sin crédito? Pero era cierto su argumento: si no respondo no saben que recibí el mensaje. Aunque, si al que le llegó el “ok”, no responde, el emisor del primer “ok” no sabe que llegó su ok.

En fin, ahí empezó la desconexión.¿Cuándo termina una conversación escrita? ¿Es realmente una conversación? Porque a mí, en el colegio, y sobre todo en la vida, me enseñaron que los gestos también hablan.

Telefóno compuesto, mensaje descompuesto
Pónganse a pensar esto: ¿Cuántas veces se pelearon, discutieron, se sintieron mal, se enojaron, se emocionaron por un mensaje que leyeron de tal modo, cuando el emisor quiso escribirlo de otro?
Ahí está el punto, cuando una conversación deja de serlo porque se pierde el ida y vuelta.
Hace poco me pasó, que una persona --con toda su razón-- me dijo que tenía un modo autoritario de decir las cosas. Si bien, tiene razón y es algo que trabajo en terapia todos los jueves, esa persona se refería a mi manera de escribir por Whatsapp o mensajes de texto (¿?). Sí, decía que no es lo mismo “decir”: “Venís a las 5”, que “¿Venís a las 5?”. Entendí el punto e intenté cambiarlo, pero lo que esa persona nunca entendió fue que, por lo menos en ese momento, no estaba siendo autoritaria, sólo que me había olvidado del signo de interrogación. Mi error: escribir mal. Error social: creer que conversamos vía palabras escritas en una mini pantalla.
Y así...miles. Hasta llantos dramáticos salieron de mis ojos después de leer mensajes que luego me dijeron que había  delirado porque la intención era otra.
Lo cierto es que todo este camino empezó con un grupo de amigas/os detrás de una computadora por diversión y ganas de conocer algo nuevo, extraordinario. Luego el grupo empezó a dividirse y convertirse de a poco en algo virtual, y aquellas que no tenían ese medio para comunicarse, poco a poco empezaron a quedar afuera de las conversaciones diarias. La conexión  virtual empezaba a tomar más sopa y la conexión real estaba en huelga de hambre.
Las palabras empezaron a estar acompañas de a poco con caritas, corazones, manos, dibujitos que acompañaban ese estado que se quería compartir, o mismo, que ocupaban el lugar de la palabra. Y con esos dibujos, llegó la posibilidad de compartir nuestras fotos --y vida entera--. Pero ojo, tal vez no compartirla con quienes, en la vida real, quisiésemos o pudiésemos hacerlo.

Llegó Facebook, la compañía de la soledad
No me voy a poner a hacer un análisis sociológico del Facebook, no sólo porque considero que no tengo las herramientas suficientes, sino porque, al ser sincera, esta red social fue fundamental para un momento de mi vida --no lo digo con orgullo sino más bien con un poco de vergüenza y de sentimiento bizarro--.
Que alguien que vaya en el colectivo se anime a gritar: “Levante la mano el que no tiene Facebook”, y si alguien lo hace, por favor, preséntenmelo/a.
Los orígenes de esta red los podemos ver en la película de Max Z. --difícil el apellido para escribir, y no tengo ganas de googlear--.
Tengo un enganche entre el Facebook y la maternidad que no puedo desasociar. Por más que encuentro “recuerdos” y fotos subidas en mis épocas de no mamá, no son las que más me interese desarrollar --Sí, todos sabemos que este medio se usa para levantar, chamuyar, controlar, aumentar el autoestima, criticar, mirar a tus compañeros de hace 20 años atrás, a tus ex, etc, etc, etc--.
Cuando fui mamá de mi primer hijo no había día en que no suba una foto de él o con él: Desde yo recién parida, pasando por él con cara de enojo, feliz, dormido, vomitado, balbuceando, enfermo, comiendo, nadando, gritando, y todo lo que se puedan imaginar que hace un bebé. Al principio, mis ”amigos” de Facebook, comentaban todas las fotos y ponían esa manito para arriba, que en ese momento no era un contador de popularidad, como ahora; luego había escasees de comentarios o fotos pasadas por alto. Hasta que una vez, un hombre, amigo de mi mamá, me dijo: “Lo conozco a Joaquín más que vos, por el bombardeo de fotos que subís todos los días, eh”. Chiste. Chiste real.
Me sentí mal, pero no por las fotos, si no porque, nuevamente con terapia, entendí porqué lo hacía - Acá no estoy criticando a todos los que suben fotos de sus hijos hasta haciendo su primera caca en el baño, porque yo hoy, si bien con mayor moderación gracias a poder desplazar mi energía, por ejemplo, en este escrito, puedo evitarlo--. Entendí que cuando yo ponía algo de mi hijo en esta red, y alguien lo comentaba, no me sentía sola. Por un lado estaba buenísimo, pero por otro, viéndolo después de 4 años, no está tan bueno no sentirte solo cuando lo estás, porque atravesar las situaciones difíciles en el momento justo, hace que uno salga mejor parado y más rápido. 
Pasé varios meses así: subiendo y contando todo lo que pasaba en mi casa, y aunque yo pensaba que en ella estaban todos esos “amigos”  que comentaban, lo real es que estábamos solo Joaquín y yo, y lamentablemente, en ese momento, no me di cuenta que eso ya era mucho, muchísimo. Vivía más pendiente de que el otro comente y comparta el momento de mi hijo conmigo, que vivirlo yo misma con él.
Repito, con esto no quiero decir que todos los que compartan cosas es porque se sienten solos. Es lo que me pasó a mi en ese momento, con esa necesidad frenética de sacar la foto para subirla y que alguien me diga : “Uauu se para!”.
 Hoy, comparto mi vida, porque también me gusta que vean a mis hijos, el laburo que hago, las ideas políticas que tengo, cosas que escribo –como esta-- o simplemente, porque soy una víctima más de la virtualidad fanfarrona de este siglo. Igual, no soy resentida con Facebook, al contrario, gracias a este medio, conocí gente muy hermosa, con la que logré grandes y bellas cosas, con las que comparto ideas, también para ver a ese amigo o primo que vive lejos, o a mis sobrinos que no veo todos los días. Es una parte más en el día. Pero, por suerte, ya no existe la necesidad de tener que entrar cada vez que me pasa algo en mi vida real. 

El amor después del Blackberry
Ahí estaba, mi Gran Amor. Ese por el que yo estaba obnubilada, porque cuando nos veíamos, aunque el celular sonase con alarma de ambulancia, se prendiese fuego o le llegasen mil mensajes de texto, él no respondía. No voy a negar que mi mente paranoica hizo pensar, en un momento, que si no respondía era porque estaba de trampa, pero comprobé que no era eso y que su “No me importa el celular, estoy con vos, con ustedes”, era 100% real. 
Eso fue al principio. Ahí el Whatsapp no existía. Yo fui --como con el Icq-- la primera de los dos en comprarme un celular más tecnológico y elitista para  poder estar en contacto con aquellos que también tenían ese teléfono. Así me compré mi primer Blackberry, y como muchos  conocidos también lo tenían, podía escribirme con ellos las 24 horas del día y gratis.
Pero, él no. Él seguía centrado en su vida real, dentro de la cual estábamos nosotros.Y, lamentablemente, fui  yo misma la que le quemó tanto la cabeza y lo terminó metiendo en este mundo de estar "cerca" de todos, pero lejos de uno. Así fue cómo lo perdimos, y hoy me arrepiento. Nuestra conexión se desconectó.
Las miradas estaban más pendientes de la pantalla que de lo que le pasaba al otro. En este caso me refiero a mi pareja de entonces, pero veo que pasaba, y pasa en general.
Y, como todas las cosas en la vida en la que me fanatizo, pero me aburro rápido, el Blackberry dejó de tener tanto lugar en mi vida. Me lo olvidaba, lo perdía, no lo cargaba. Y ahí fue él quien tomó ese artefacto y se convirtió en un alargue de su mano. Me acuerdo que en repetidas ocasiones  le decía --a veces en tono de pelea y otras nos reíamos-- que a todos lados iba con el celular en la mano, a todos,y él se excusaba que era porque en el bolsillo le molestaba.
Ya nos dejamos de reír entre nosotros para reírnos con los mensajes que nos mandaban vía teléfono. Y hasta momentos antes de entrar a la sala de parto para darle la bienvenida al mundo a mi hija, los mensajes no dejaban de llegar ni de salir.
Igualmente, tampoco es que una separación se da por culpa de un teléfono. Esa afirmación sería muy cobarde de mi parte. Pero, hace dos o tres días, me di cuenta que sí, que gran parte de la rotura de una pareja –o de una relación del tipo que sea-- es la falta de comunicación, y esta viene aparejada de una conexión pendiente con los que están fuera de la mirada de uno.

Y ahí llegó, el mal de todos los males: ¡Maldito Whatsapp!
Se venía corriendo la bola que estaba por llegar una super mega aplicación que iba a permitir estar conectados todos con todos sin importar el modelo de teléfono que se tenga, y que iba a ser gratis. Algo así como “chat para todos” --Es una ironía---
Circulo verde. Llegó. Y se fue la mirada real.
Todos estamos conectados todo el día, todos los días.
Buen día Whatsapp. Desayunemos. Cambiemos a los chicos para ir al jardín. La foto para mandarle al grupo de la abuela y hermanas. La foto de la nena llorando para mandarle a las seños del jardín a ver si dejó de llorar. En la vuelta a casa. Trabajemos Whatsapp. Te interrumpe la nota la conversación que están teniendo en el grupo de las chicas del colegio, te tomás cinco minutos. Una hora después estás en 5 grupos distintos y te equivocas las respuestas. Fotos, mensajes, ruidos. Estimulo, estimulo, estimulo. Se te pasa el día.
A todo esto, se suma el avance tecnológico de que no solo se manden mensajes de texto sino también de voz. Y ahí sí, la conversación hasta perdió su “c” inicial. Serían más monólogos que otra cosa. Una vez me mandaron un mensaje de voz de 4 minutos. Sí, 4 minutos. Y no saben la necesidad que yo tenía de hablar con esa persona, pero no así. Mi conversación con alguien importante para mi vida no iba a ser con monólogos largos donde no podamos mirarnos a la cara . Y así fue, la conversación quedó trunca, y la culpable de “no querer hablar” fue mía --Entiéndase: para mi hablar con alguien no es mandar audios. Los audios los uso para grabar entrevistas para el trabajo--.
Vamos Whatsapp tengo que ir al baño, acompañame. Me tengo que bañar, esperame. A preparar la cena, ayudame preguntándole a Mamá por mensaje cuánto tarda en hacerse la carne. No te olvides de mandar un mensaje de buenas noches.

Basta. Basta. Basta.

Por lo menos para mí. Pero, a medias. Sí, tengo algo de necesidad por ese mundo metido dentro del círculo verde.

Comienzo de la desconexión virtual
Estábamos con mis hermanas en lo de mi mamá. Charlando. Para que mi hija me deje un poco tranquila le di mi celular --Sí, no me salten al cuello, ya se que no está tan bien, pero a veces con algo tenemos que adiestrarlos, aunque sea un momento--.
Al rato, necesitaba revisar mi mundo verde, aunque no había escuchado ningún ruido que me avisara que me habían mandado mensaje. Le pido el celular, me lo da bloqueado, bloqueadísimo. Decía algo así como que tenía que esperar 316.895 minutos para poder prenderlo y poner la contraseña. Algo así como nueve meses. En el momento me relajé. Seguí charlando y comiendo, y ya cuando vine a casa empecé a desesperar, pero haciéndome la relajada. Google me ayudó a aceptar que iba a tener que resetear el celular, y muy posiblemente, perder todos mis contactos. Mi mayor preocupación era porque en Whatsapp tenía algunas conversaciones abiertas de laburo, pero bueno, no había otra opción.
Antes que eso, empecé a revolver toda mi casa a ver si encontraba un Blackberry viejo que tenia --ese culpable del quiebre al corazón--, y tal vez ahí, pueda abrir Whatsapp. Revolví todo, y me empecé a poner muy nerviosa y malhumorada, y casi que casi me olvido de que mis hijos tenían que bañarse y dormir, y yo ponerme a terminar una nota que tenía que entregar al otro día a la mañana.
Dormí poco. Ya a la mañana siguiente, me animé y restauré de cero al celular. Mucho miedo a perder todos los contactos. Empezó de cero y poco a poco se cargaba uno y otro y otro contacto. Sí, tuve suerte.
Ya contenta, con mi celular 0km y con todos mis contactos, bajo la aplicación por la cual ya estaba sintiendo abstinencia, pero nada. No se instala. Una, y otra vez. Instalo y desinstalo pero sigue sin funcionar. Me quedé sin Whatsapp.
Las últimas conversaciones importantes, además de las de trabajo, era la del grupo de amigas donde habían contado un notición. En realidad, un notición a medias, porque la confirmación iba a ser al otro día, por 
Whatsapp ¡Y yo, me quedé sin!
Me quise hacer la desentendida, pero quería saber la confirmación y así como si nada, le mandé por Facebook un mensaje y lo confirmó. A los pocos minutos, ya estaba en la casa con mi amiga, para festejar. Amiga que vive a tan solo 3 cuadras de mi casa.
Ahí fue la primera vez que el sentí un ruido extraño en mi cabeza,  y no hablo del “bipbip” que hace el del nuevo mensaje recibido.
¿Cómo podía yo quedarme esperando “en” el círculo verde semejante linda noticia cuando mi amiga, de toda la vida, vivía a 3 cuadras? ¿Podía ser tan bestia virtual? Eso fue el primer sacudón y el primer pie que saqué del enchufe. Pero todavía me quedaba otro.
Pasaron 2 o 3 días, y ya me empecé a acostumbrar. Me prestaron un celular donde pude abrirlo, pero la verdad es que no me dieron ganas de quedarme en ese mundo. Y pensé: no quiero salir del todo porque es cierto que simplifica muchas cosas, que te enterás de cosas que tal vez no te estén llamando para contarlas, o cosas prácticas o contactar gente de laburo, etc; pero no quiero esa conexión enfermiza, que por lo menos, genera en mi, hasta dolor de cabeza. Y tomé la decisión. 
Si bien, en mi celular esta aplicación no funciona, podría llevarlo a algún servicio técnico o algo así. Pero no. Dicen por ahí que se puede tener el Whatsapp en la computadora, que es el medio donde yo paso 5/6/7 horas por día.  --¿pensaron que iba a poner 6/7/8?--. Horas en las que estoy dedicada a mi trabajo, a mi escritura, a generar cosas nuevas, o al ocio también. Bueno, que en ese tiempo sea el de conexión con ese mundo virtual --y ya es bastante--, y fuera de esas horas, si necesitan comunicarme o necesito hacerlo yo, tengo otros medios.
Esta decisión fue porque pude sacar la otra pata de este enchufe adictivo virtual ,ayer, cuando iba al psicólogo. Iba pensando en todo esto, y empecé a sentir como una abstinencia real, como cuando deje el cigarrillo: ansiedad, hiperexcitación, dolor de cabeza. Eso me pasaba mientras pensaba en que no iba a estar conectada todo el tiempo. Y, a eso se suma, que mientras iba en el colectivo, de los 5 asientos de atrás, en 4 de ellos iban personas de todo tamaño, sexo y color, con sus celulares y las miradas bajas. Pensé: si ahora chocamos y nos morimos todos lo último que ellos vieron es la pantalla de su celuar. Ahí, miré por la ventana esa sensación física que describí antes se me fue. Sentí que la cabeza ya no me pesaba tanto, y tenía menos contractura. Miré para afuera, a los árboles, por si llegaba a suceder mi predicción, Y, antes de bajar del colectivo me puse a pensar en el dibujo de la evolución humana, y donde nuestros comienzos son como monos encorvados. Miré de nuevo a los chicos que estaban mirando su celular, y estaban tan encorvados como ellos.


Sepan entender si alguna vez pierdo la mirada de este escrito y vuelvo a la pantalla. Hay veces que es necesario conectarnos con la vida ajena para no atravesar lo que sucede realmente en la nuestra.

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Ceci

martes, 5 de noviembre de 2013

Elecciones Legislativas 2013- NACIONALES.

El contrafrente de la Victoria


No es nada llamativo que oposición rime con negación. 
Hoy, el simple hecho de no pertenecer se traslada al no ser. Todo lo que esté “a favor” del Kirchnerismo es mentira, y todo lo que está en contra, la pura verdad. ¿Acaso el exitoso TN, Lanata, Clarín…no lo demuestran al decir absolutamente cualquier cosa, y que al otro día, en medios, redes sociales y en la misma calle, se esté afirmando semejante verdad?


Las elecciones 2013, son un ejemplo más.
Una de estas personas que no demuestran odio; que no va a las marchas antiK con carteles deseando la muerte; que ayudan a divulgar que Moreno dijo que se come con 6 pesos (Y ojo, que no es uno de los funcionarios de mi santa devoción, pero juzguemos la realidad, no las interpretaciones que Clarín mete a cada uno de sus títeres)….una de esas personas a la que le gustaría que todos los “KKs” desaparecieran, que no estuvieran "ni muertos ni vivos".....


.....expresó en su facebook el pasado 27 de octubre (día de las Elecciones Legislativas): “Hoy la mayoría votamos bien”
Cuando vi ese comentario me detuve ¿Acaso esta persona que en cualquier momento se tatúa la cara de CFK llena de dardos, habría cambiado de opinión tan tajantemente? ¿Acaso habría podido informarse, investigar, centrarse, y poder ver el progreso que tuvo el país los últimos 10 años? No, no cantemos Victoria

Esta persona es opositora y negadora. Su mayoría corresponde a esa misma por la cual se entiende porque Macri está donde está. 

Vamos a datos concretos, y dejemos esta “mayoría” para lo último:
A nivel Nacional, porque no nos olvidemos que lo que entra en juego en las Elecciones Legislativas Nacionales corresponde a Todo el país y no sólo a una provincia, es el siguiente: 



CAMARA DE DIPUTADOS: 
- FPV + aliados: casi 33 % (aprox. 7½ millones de votos) 
-“Peronistas” opositores: casi 24 % (aprox . 6 ½ millones de votos) 
- UCR, Socialistas y aliados: casi 24 % (aprox 6 ½ millones de votos) 
- PRO y aliados: casi 8 % (casi 2 millones de votos)
 - Izquierda: casi 6% (1 ½ millón de votos) 
- Otros casi 3 % 

SENADORES:
- FPV y aliados: casi 40%
- UCR, Socialistas y aliados: 23 %
- PRO Y ALIADOS: casi 18 %
- Otros casi 8% 
- Izquierda casi 7 % 
- Peronistas opositores casi 4 % 

Vamos a lo que entendemos que esta persona se refiere a que la mayoría voto bien (y ojo que estoy de acuerdo totalmente con esta premisa…salvo que nuestra mayoría difiere por completo)

C.A.B.A :Pro casi 38 % ,UNEN casi 30 % , FPV casi 22% 
Creo que acá está a lo que esta persona se refiere y postea victoriosa y negadoramente. 
Más allá de los porcentajes, si llevamos eso a la práctica y vemos los resultados REALES que quedará en el Parlamento, en ambas Cámaras, la MAYORÍA la tendrán "los K" (132 bancas en diputados y 39 en el Senado)

Mi pregunta es: ¿Cuál es el festejo opositor y negador? Pude que lo que estén festejando, es que la mayoría, una vez más, pudo elegir.


miércoles, 14 de noviembre de 2012

La Plaza de los Jueves



Hay algo que me llamó la atención cuando se convocó a la primera marcha “antik” (la llamo así con respeto, y porque aún no entendí el reclamo profundo). Algo me hizo ruido ese 13 de septiembre, y no eran las cacerolas que sonaban de fondo, o los insultos, poco originales, de que le deseen la muerte a nuestra Presidenta. Había algo más, en relación al día, no al número de por sí, si no al día “jueves”. Pero, en ese momento, me sentí paranoíca, y dejé que esa idea que tenía, se fuese tan rápido, como los caceroleros de la Plaza.
 
Pasaron dos días, y los ruidos de las cacerolas seguían en mi cabeza, como queriendo decirme algo…algo más allá de lo que mostraba TN, de los insultos, o de los pedidos de la  gente para que nuestra mandataria se cagase en que fue elegida por la mayoría, se subiese a un avión y se fuese a Waikiki. 


La pregunta me atacó de una: “¿Por qué se “autoconvocaron espontáneamente” un día jueves y no otro?”
 

 Se ve que mi duda me sacudió tan fuerte, que la respuesta que se me presentó fue bastante idiota, simplista y, como me denominarían algunos, “fanática”. Pensé: “claro, es el día jueves, porque los viernes se van a sus countrys, o viajan a Miami…”. Pero yo sabía muy bien que ese pensamiento agresivo mío, era una mera justificación interna, porque, detrás del jueves, algo se escondía (¿O lo querían esconder?).
  
  Quedé a la expectativa de una respuesta más inteligente. Y, con la llegada del 8N, apareció. No voy a mentirles, esto no fue lo primero que pensé cuando me enteré de otra convocatoria más contra el gobierno de CFK. Al contrario de lo que muchos creen que sentimos los “K”, en este momento me alivié y pensé: “Qué valioso es poder expresarse, cuánto lograron estos dos pingüinos para que hoy, todos puedan juntarse, reclamar…que importancia se le dio a la política, que importancia se le dio a la libertad de expresión” (también se me cruzó algún que otro pensamiento rebuscado como:” Dicen que esto es una dictadura…si fuese como hace 35 años atrás, el 8N y toda la bosta terminaría en masacre”…).

Retomemos, me enteré del 8N, tomé un calendario y me fijé que día caía el superevento. Sí, JUEVES.

Ya no me sentí paranoica, había algo real. Mi pensamiento no era rebuscado, las casualidades no existen, y yo ya no podía omitir semejante detalle. Quizás, sin soberbia alguna, muchos no se hayan dado cuenta, pero para mi, hay un trasfondo de que las convocatorias de este tipo, sean sólo los días jueves.

¿Acaso no está presente que pasa los jueves en la Plaza de Mayo? Quizás con la frase “La Plaza de las Madres”, pueda darles una pista.


Pero, si necesitan más datos, acá se los dejo: dese hace ya 34 años, que las Madres de Plaza de Mayo (bien su nombre lo indica) se juntan TODOS los días jueves para pedir que les digan donde están sus hijos (o lo que queda de ellos) que fueron secuestrados, torturados, asesinados y desaparecidos durante la última dictadura militar; qué les digan donde están sus nietos, que fueron robados y apropiados por genocidas. Los jueves, la Plaza fue de ellas, desde el día uno, es de ellas, y lo seguirá siendo siempre. Ese día en la Plaza se recuerda el Nunca Más.

Entonces, se podría pensar que todos los que convocaron para que este día se haga un reclamo general al Gobierno (elegido por la mayoría), que tanto hizo por los DDHH, por Nuestras Madres, por Nuestros Compañeros desaparecidos…lo hacen para acompañarlas en su pedido, en su eterna lucha ¿O habría que pensar que lo que quieren es tapar sus voces, nuestras voces, nuestro “Nunca Más”?


 La casualidad no existe, y cuando los reclamos por el bolsillo verde quiere pisar al pedido de Justicia y Memoria, el respeto tampoco.

 
(No dejemos de resaltar que un 8N nació Astiz, y que otro 8N murió Massera).

miércoles, 27 de junio de 2012

Apuntes para un hipotético Manual de Gorilismo

Por Mempo Giardinelli 

(Contratapa Página 12- 27 de junio)

 Dicho sea con perdón de los gorilas africanos, que son simpáticos, encantadores a veces, y no merecen que así se designe despectivamente a otras especies, es sabido que en la política argentina decirle “gorila” a alguien implica el señalamiento de cualidades que se suponen negativas. El así designado suele ser persona de clase media o alta, ultraconservadora, retardataria y temerosa de todo posible cambio, que aprueba los autoritarismos cuando le conviene y, sobre todo, visceralmente antiperonista.

No importa si su origen ideológico son las dizque derechas o izquierdas, o el siempre improbable centro. Lo que interesa, para esta modesta reflexión, es que el gorilismo describe una actitud argentina perfectamente identificable, que reaparece de manera circunstancial y que, en los últimos tiempos, aflora mediante alianzas inesperadas, asombrosas y que podrían ser divertidas si no fuera que son también peligrosas.

Identificar el gorilismo es fácil, ya que sus manifestaciones son el desprecio racista, el resentimiento de clase, un irreductible comportamiento necio, una decidida e indisimulable intolerancia y una ignorancia pertinaz (salvo en sus núcleos intelectuales, minoritarios, donde hay notables gorilas letrados).

El gorilismo hace que algunas personas tanto aplaudan a quien los manipula, utiliza y arruina, como insultan a los que tienen al menos la voluntad y el deseo de generalizar una vida mejor para la especie. Por ejemplo, el gorilismo dice compartir la idea de que la educación es el camino idóneo para el mejoramiento de los pueblos, pero consiente el cierre de escuelas y el maltrato a la docencia, y ni se diga de sus programas educativos, generalmente retrógrados

Desde luego les encanta la austeridad, pero de los otros. El gorilismo sabe y reconoce y admira que en los países del Primer Mundo se paguen impuestos, pero no quieren pagarlos aquí, y se autoconvencen con la fácil excusa de que “lo que pasa es que acá se roban la plata para hacer caja”.

Al gorilismo lo constituyen miles de personas de bien, quede claro. Suelen ser buenas personas, simpáticas, amistosas, que gustan del asado y el buen vino como cualquiera, pero tienen la curiosa peculiaridad de que cuando mejor les va en materia de trabajo y bienestar, es cuando más se quejan. Y por rarísima e inexplicable razón, no soportan que los que están más abajo en la escala social quieran ascender socialmente mediante trabajo y esfuerzo, de igual modo que la inclusión social les parece apenas demagogia.

Otra extrañísima actitud de muchos gorilas es que combaten alegremente las medidas de gobierno que los benefician, a la vez que sienten una inexplicable nostalgia inconfesada por todos los que le arruinaron presentes anteriores, por caso el señor Domingo Cavallo.

Desde luego se exacerban cuando escuchan o pronuncian palabras que los irritan. Por ejemplo “Perón”, “Evita”, “Kirchner” o “Cristina” son vocablos que instantáneamente les enturbian el cerebro y los llenan de un odio incontrolable hacia “negros”, “bolitas”, “extranjeros”, cartoneros y pobres de cualquier condición (aunque los gorilas de izquierda retóricamente siempre creen estar del lado de los pobres).

Los gorilas de cepa son muy gritones, porque no escuchan, y metafóricamente les crecen pelos, cejas y barbas a la par que una insólita dureza verbal los conduce a una especie de rara furia asesina. Basta leer los comentarios de los lectores de La Nación, Clarín o Perfil, plagados de estos especímenes gorilísticos, donde se alcanzan niveles tan grotescos que espantarían incluso a Don Bartolomé Mitre y a Roberto Noble, y encima con errores ortográficos que horrorizarían a mis maestras de la Escuela Benjamín Zorrilla.

El gorilismo se completa, desde luego, con el oportunismo de políticos y periodistas que en su afán de capitalizarlos creen que hay que entender a los gorilas y entonces les señalan caminos inútiles, los irritan con mentiras sin disimulo y les tocan lo que rima con tal de utilizar su capacidad simia de chillar y armar escándalo, por ejemplo cacerola en mano.

Claro que lo más asombroso, como vemos estos días, es la coincidencia entre el gorilismo tradicional (de origen paquete y derechoso, nostálgico de los supuestos buenos, viejos tiempos de milicos y genocidas) con el gorilismo de izquierda, todo servicio y extravío, y cuya única coherencia histórica es haber pishado siempre fuera del tarro.

Convocados ahora por el señor Hugo Moyano, morocho ex proletario al que hasta hace poco detestaban, se ocuparán entre todos de que Buenos Aires (y no todo el país, que los mirará una vez más con azoro y alarma) sea un caos total.

Es de esperar que el Gobierno no meta la pata y entonces, maravilla de la democracia, veremos caceroleros de Barrio Norte bajo banderas rojas, y a los señores Moyano, Macri, Patricia Bullrich y Cecilia Pando en alegre montón. Con ellos se manifestará el gorilismo porteño, que luego regresará a sus casas a ver cómo los multimedios les cuentan y muestran lo que quieren ver y escuchar.

Sólo cabe rogar que, esta vez, los gorilas vernáculos se parezcan a sus simpáticos primos del tren que inventó Osvaldo Soriano en memorable novela, y no generen violencia. Ese es el único miedo que el gorilismo provoca, y lo único que las tolerantes mayorías argentinas no quieren, desprecian y rechazan.


domingo, 24 de junio de 2012

Un Golpe a la Democracia


El Presidente de Paraguay, Fernando Lugo, elegido por el pueblo hermano en 2008, fue destituido por el Congreso de su país,  tras un sospechoso juicio político exprés.

El vicepresidente Federico Franco, conocido también como “el Cobos paraguayo” (no hace falta ninguna aclaración más), tomó el mando, sin disimular su sonrisa perversa llena de poder.

Lugo fue sometido a un proceso de enjuiciamiento anormal, con tiempos acelerados, acusaciones sin pruebas consistentes, y, podría decirse, con sentencia anticipada. 

La Cámara de Diputados aprobó el jueves pasado, la acusación de “Mal desempeño de sus funciones” al entonces Jefe de Estado. Al otro día, en el Senado se logró mayoría a favor de la destitución ( 2/3 necesarios: 29 votaron a favor de la destitución, 4 en contra y 2 estabas ausentes).  Ese mismo día, y sin darle tiempo establecido legalmente para preparar su defensa, al Presidente elegido democráticamente por los paraguayos, le arrebataron el bastón presidencial.

Los “argumentos” del “Mal desempeño” 

Diferentes diputados opositores funcionaron como fiscales y presentaron las acusaciones contra Fernando Lugo.

En primer lugar, se lo acusó de permitir la realización de un mitín político de grupos de izquierda en una sede de las Fuerzas Armadas, en el año 2009. “Fue una acto de naturaleza netamente política….el Presidente ha humillado a las Fuerzas Armadas, a las Fuerzas Públicas y a la Policía Nacional…ni en  las más oscura época de la dictadura se han hechos actos políticos en los cuarteles”, expuso el diputado José López Chávez.

Además, lo acusaron de instigar a “los sin tierra” a ocupar / invadir la zona de Acunday. Allí, Tranquiño Favero , el mayor productor de soja brasilero exige la entrega de una hacienda de su propiedad tomada. “Lugo gobierna promoviendo el odio entre los paraguayos, la lucha violenta entre pobres y ricos, la justicia por mano propia y la violación del derecho de propiedad", expresaron los diputados.

La palabra “inseguridad” protagonizó otra de las acusaciones: “El Presidente fue absolutamente incapaz de desarrollar una política para disminuir la inseguridad ciudadana”. Además, pusieron en el tapete acusatorio el rumor de que el mandatario  se vincula con el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).

También lo acusaron de haber aprobado el Protocolo Ushuaia II del Mercosur sin aprobación del Congreso. 

Aunque todos los argumentos anteriores estuvieron en el dedo señalador de los Diputados opositores, el disparador y el que se utilizó formalmente para llevar el juicio político fue el de acusar a Fernando Lugo de ser el responsable de las muertes, causadas semanas atrás en un enfrentamiento tras un desalojo de campesinos “sin tierras” en una hacienda de Curuguaty.

Juicio express:

Lugo sólo tuvo dos horas para defenderse de las acusaciones, lo cual es inconstitucional, porque en cualquier litigio judicial, el plazo normal es de 18 días.

Además, las “pruebas” presentadas fueron sólo dichos, sin nada realmente probado.

 Como dijo Adolfo Ferreiro, el abogado del mandatario: “Aquí no se ha probado nada. No se consideró la objetividad ni la lógica jurídica. A tal punto que se probó que el presidente debía velar por el honor y la disciplina de los cuarteles. Con ese criterio Obama debería retirarse porque ciertas tropas en el Oriente Medio tienen un comportamiento que es denigrante para el honor de la milicia norteamericana”.


Sin nada de Franqueza…    
                     
Apenas asumió el vicepresidente Federico Franco (líder del partido Liberal que había hecho alianza en las elecciones y que ahora le dieron la espalda a Lugo) expresó: "La república de Paraguay vive momentos difíciles. Dios y el destino quisieron que asumiera la presidencia".

 A pesar de sus dichos, no fue el destino ni “Dios” los responsables de este bochornoso y desagradable golpe a la democracia latinoamericana. Fue él mismo, acompañado por banderas de rayas y estrellas, los que armaron este Golpe de Estado Parlamentario.


Duran Barba: “El” amigo de Franco

No sorprende que el nombre Mauricio Macri aparezca cuando la derecha golpista se hace presente. 
Tampoco asombra que el Jefe de Gobierno porteño, aparezca en una foto con el actual presidente de facto de Paraguay (Macri lo nombró Ciudadano Ilustre en 2011).

 El nexo entre estos dos funcionarios conservadores, es ni más ni menos que el procesado Jaime Durán Barba, quién fue presentado como jefe de campaña de Franco este año. 

 Se ve que a Durán Barba le gusta aliarse con políticos extremadamente conservadores: pasó por Franco, por Macri…y hasta por Felipe Calderón.


El Pueblo unido…


“La Argentina no va a convalidar el golpe en Paraguay (…) Esto va más allá de Lugo. Esto va más allá de las figuras de los presidentes. Esto es un ataque definitivo a las instituciones y reeditan situaciones que pensábamos totalmente olvidadas”, expresó nuestra Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

A esta postura de defensa a la democracia se sumaron varios presidentes latinoamericanos, entre ellos: Correa (Ecuador) , Evo Morales (Bolivia), Zelaya (Honduras), Rousseff (Brasil), Mujica (Uruguay), Hugo Chávez (Venezuela), Castillo (Costa Rica)… quienes anticiparon que no reconocerán a Federico Franco como Presidente de la República de Paraguay.

Asimismo, fue nuestra mandataria quien tomó la primera medida concreta: ordenó retirar al embajador en Asunción, Rafael Romá, “hasta tanto se reestablezca el orden democrático en el país”
La Unasur anunció que el próximo miércoles 27 de junio, se reunirá en Lima para tratar el golpe de Estado.

Con la frente en alto


 
"Me siento tan patriota de Latinoamérica, de cualquier país de Latinoamérica, como el que más y, en el momento en que fuera necesario, estaría dispuesto a entregar mi vida por la liberación de cualquiera de los países de Latinoamérica, sin pedirle nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie." (Ernesto “Che” Guevara)